Cambio de sistema

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jueves, 23 de mayo de 2013

La Unión Europea, más allá de una moneda

Alberto Arregui
Jordi Escuer
Carlos Sánchez Mato


¡Europa! para más de una generación de la clase trabajadora en el Estado
español, la palabra Europa, asociaba a su sonido ideas de progreso, de
empleo, mejores condiciones de vida y libertades democráticas. Era lógico,
mientras "el milagro alemán" se desarrollaba de la mano del plan Marshall,
aquí sufríamos una cruel dictadura, al igual que en Grecia y Portugal.
Largos trenes y pasos de fronteras han sido testigos de la emigración
económica y el exilio político que daba una base material y psicológica al
sueño del europeísmo.
Y nos ofrecieron esa Europa, superadora de dos "guerras mundiales",
vendiéndonosla con la envoltura de un proyecto de libertad, igualdad y
fraternidad, un regalo envenenado, el de una Europa por y para los
mercaderes.
Tan simplista era entonces hacer depender todo progreso económico y social
de nuestra entrada en el Mercado Común Europeo, como hoy presentar a
Bruselas como el origen de todos nuestros males. Recordando a Spinoza, ante
estos trastornos debemos inclinarnos a reflexionar con mayor atención y no
caer en simples celebraciones o lamentaciones .
Si queremos llegar a una comprensión de los problemas que azotan al viejo
continente y elaborar alternativas, tendremos que desprendernos de la
propaganda para incautos y saber que, los llamamientos huecos a intereses
humanistas y la solidaridad entre los pueblos, saliendo de las bocas de los
grandes propietarios europeos, son como un lazo de raso en la cola de una
hiena en pleno banquete. E imitando al detective deberemos decir: "Cherchez
le bénéfice". Ya que todo el comportamiento de la burguesía europea y, por
tanto, de los gobiernos a su servicio, nos conducirán a una sola motivación:
la búsqueda del beneficio privado.
¡He ahí el motor del mundo: el beneficio económico! No iba a ser menos la
Unión Europea que, promovida por intereses empresariales, adoptó en sus
inicios un nombre que desnudaba sus intenciones: La Comunidad del Carbón y
del Acero, negros e inoxidables "valores democráticos".
Europa, como proyecto capitalista, y el euro, como expresión de este
proyecto exigen hoy análisis y posicionamiento para la izquierda
transformadora, pero si algo podemos afirmar aún sabiendo que la
demostración tendrá que venir después, es que el problema de Europa va mucho
más allá de una moneda.
La unidad de los países y pueblos que componen Europa para la planificación
conjunta de sus recursos económicos no es una opción ES UNA NECESIDAD. Por
tanto indicar el camino de la autarquía como opción es intentar hacer volver
atrás la rueda de la historia.
Como intentaremos demostrar el euro, desde luego, no es el óbolo que llevará
a la clase obrera a cruzar la oscura laguna de la crisis económica, pero
Caronte tampoco nos prestará sus favores a cambio de una peseta.

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